Arequipa, ciudad sureña asentada en el valle del río Chili, tiene uno de los mejores climas del Perú. Es un cofre arquitectónico y artístico lleno de tesoros coloniales. Posee casas, monasterios y conventos de enorme valor cultural construidos en roca y en piedra volcánica llamada sillar. Su clásico fervor religioso está representado por el famoso Monasterio de Santa Catalina, hecho de sillar y barro.
Según escritos de la época, Simón Bolívar denominó a
Arequipa “la Roma de América” por la particular similitud entre ambas y quizás debido a los numerosos templos y monasterios que alberga, como su magnífica catedral. La majestuosa gastronomía de la zona es foco de atracción nacional e internacional, y la emblemática “picantería arequipeña” ha sido reconocida como Patrimonio Cultural del Perú, donde destacan platos típicos como el adobo, el rocoto relleno, el chupe de camarones, el cauche de queso y el exquisito queso helado.